Angélica Rivera y Enrique Peña Nieto siguen sin entender aquella frase que dice: "no hagas cosas buenas, que parezcan malas". Sus amigos y propiedades mantienen sobre ellos un aroma a corrupción.
Por: Omar Porcayo
“No se trató de una ilegalidad, pero fue un hecho que generó una percepción de corrupción”, explicó el presidente de México en entrevista con el periodista Joaquín López Dóriga, al ser cuestionado sobre la infame “Casa Blanca”, que ha marcado a su administración.
En 2014 la prensa mexicana reveló que Angélica Rivera poseía una mansión valuada en siete millones de dólares, construida y financiada por un contratista ampliamente favorecido por licitaciones públicas, durante los gobiernos de Enrique Peña Nieto.
Después de una investigación poco convincente, el mandatario y su esposa fueron exonerados de posible tráfico de influencias y conflicto de interés, sin embargo, en julio de 2016, Peña Nieto pidió perdón a los ciudadanos por el suceso.
A los pocos días de las disculpas, una nueva propiedad apareció en Miami. El diario inglés The Guardian denunció que otro empresario, con posibilidades de ser un contratista del gobierno, le presta un condominio de lujo a Rivera. Además cubre el pago de impuestos que debería pagar la primera dama.
Peña Nieto aceptó que el empresario Ricardo Pierdant pagó el impuesto predial de un condominio propiedad de Rivera, pero lo minimizó a una cuestión de amigos.
“Es falso que sea un potencial conflicto de intereses porque él es una persona que vive allá. (Ricardo) Pierdant, es un amigo que está allá y me hizo un favor. Es una relación entre amigos y vecinos sin que ello suponga una relación ilegal. El departamento es de otra persona. En una sola ocasión le pidió mi esposa que cubriera el impuesto predial que sería reembolsado en México”, dijo a López Dóriga.
Aunque Peña Nieto se refugia en una supuesta ingenuidad, quedan preguntas claves en el aire:
¿Es correcto que un presidente acepte favores?
¿No era suficiente el escándalo de la “Casa Blanca”, para ser minuciosos en el uso de sus propiedades?
¿Devuelve él los favores a sus amigos?
Para el periodista Jorge Ramos, se trata de una pifia monumental que refuerza la sombra que pesa sobre la pareja presidencial.
“Después de pedir perdón, la pareja presidencial debió haber arreglado todos sus asuntos y evitar otro conflicto ético. No fue así. Luego del escándalo de la Casa Blanca, Rivera fue obligada a regresar la propiedad. Tras este nuevo escándalo lo menos que pueden hacer ella y su esposo es desalojar el departamento que les prestaron en Key Biscayne y reembolsar los impuestos. Pero ya me sé el cuento. Dirán que no hay nada ilegal en lo que hicieron y la vida seguirá igual”, escribió en su espacio en Reforma.
La ciudadanía ha hecho acuse de recibo de uno y otro traspié de los Peña. Su récord de baja popularidad es la prueba.
“Lo más triste es que uno de los presidentes más jóvenes que ha tenido México será recordado, no por grandes obras o ideas, sino por la frivolidad de tratar de beneficiar a su familia con otra casa y otro apartamento. Qué Presidente tan pequeño. No es el líder que necesitaba México en estos momentos”, concluyó Ramos.
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