"Hijo, si tienes al ingeniero entrégalo por favor, si tú lo tienes yo confío en que lo vas a entregar. Hazlo por favor", clamó a su hijo la madre del narcotraficante y secuestrador Raybel Jacobo de Almonte, alias "El Tequilero".
Hastiados por el acoso de los criminales y la indiferencia de las autoridades, habitantes del poblado de San Miguel Totolapan en Guerrero, México, decidieron tomar la justicia en sus manos y retuvieron al menos a 20 personas a las que acusaron de estar coludidas con los maleantes.
Entre las personas que fueron privadas de su libertad se encontraba María Félix de Almonte Salgado, una anciana que presuntamente es la madre de “El Tequilero”, el líder del grupo criminal que asola a los pobladores de la zona con extorsiones y secuestros.
Yadira Guillermo García, esposa del ingeniero Isauro Paz Duque, secuestrado el fin de semana anterior, apareció en un video en el que exige al narco el canje de su marido por su madre.
“Pido un intercambio, a cambio de la vida de mi esposo, yo le entregaré a su mamá”, expresó la señora García, acompañada por decenas de pobladores armados, y que también han sufrido las fechorías del “Tequilero”.
En el estado de Guerrero como en el de Michoacán se ha recrudecido el fenómeno de las “autodefensas”, grupos de pobladores armados entre lo que fácilmente se pueden infiltrar miembros de bandas criminales rivales a las que supuestamente se combaten.
A las autodefensas de Totolapan se han unido otros pueblos como el vecino Ajuchitlán del Progreso.
“Comenzaremos a tomar otras medidas por la seguridad de nuestro pueblo, estamos pidiendo apoyo a otros grupos de autodefensas de comunidades cercanas que también han sido azotados por la ola de violencia de ‘Los Tequileros’ “, dijo a Radio Fórmula Amelia, integrante de una de las agrupaciones, que reclama la presencia del gobernador de Guerrero, Héctor Astudillo.
La estrategia del “secuestro en venganza” surtió efecto de inmediato pues el ingeniero regresó a su casa el 14 de diciembre ante la algarabía de los pobladores, quienes cumplieron su parte del trato y liberaron a la madre del delincuente.
Escenas de la liberación del ingeniero secuestrado por el #Tequilero en San Miguel Totolapan https://t.co/jEZFL6AuLi pic.twitter.com/kGxIJhnJ55
— Periódico Excélsior (@Excelsior) December 15, 2016
El final de la historia no será para nada feliz pues los pobladores saben que “El Tequilero” tomará venganza.
“Firmamos una sentencia de muerte al retener a la madre de ‘El Tequilero’. Es un pueblo fantasma”, dijo Amelia. Y es que en la prensa mexicana se filtró una lista de personas que se encuentran en la mira del grupo criminal para ser extorsionados o secuestrados.
Vivir en San Miguel Totolapan
“Era un pueblo como otro cualquiera, pero hace ocho años se volvió un infierno. Tienes que aceptar las reglas de ellos (los criminales), si tienes un sueldo fijo eres un blanco”, contó a Barrio Altagracia N, exhabitante del municipio que aglomera a poco más de 27,000 personas.
“Tuve que huir, tomé a mis hijos y dejé todo atrás, mi empleo, mi casa… En la ciudad empecé de cero, sin nada, pero era preferible a seguir viviendo eso”, agregó vía telefónica la mujer de 35 años, contadora de profesión que hace año y medio radica en la Ciudad de México.
Silenciosa, desde hace años se ha registrado un crisis humanitaria en la zona con centenas de familias desplazadas por la violencia. Mujeres, niños y hombres que han tenido que dejar el pueblo que les vio nacer en busca de la paz, pero con destino incierto.
“El padre de mis hijos se quedó allá, todo lo que sucedía nos afectó como familia”, confesó, al tiempo que negó tener intención de volver algún día a ese lugar.
La parsimonia de las autoridades es estridente, pues el conflicto no es nuevo, está por cumplir una década, sin solución, “el ejército va por allá, pero no hacen nada, todo saben quiénes son los secuestradores, quiénes son los de la banda (Tequileros)”.
Mientras los habitantes de este y otros municipios viven un infierno, el Congreso mexicano aún discute las leyes para legitimar la presencia de las fuerzas armadas en labores de seguridad, dado que las policías municipales no pueden cumplir con la tarea de salvaguardar a los ciudadanos, se corrompen y no tienen el equipamiento indispensable.
“Ojo por ojo, diente por diente”, esa es la solución que han encontrado los pobladores cansados de ser víctimas.
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