La seguridad nacional se ha convertido en un elemento clave de la campaña: no tanto los planes de ambos candidatos, sino su temperamento.
WASHINGTON (AP) — En su lucha por promoverse como la mejor defensa en cuanto a seguridad nacional, Hillary Clinton y Donald Trump están recalcando temas sorprendentemente diferentes. Trump se retrata como el hombre fuerte y con astucia impredecible que eliminará el terrorismo. Clinton se presenta como la comandante en jefe calmada y convencional que resolverá todo tipo de crisis.
La seguridad nacional se ha convertido en un elemento clave de la campaña: no tanto los planes de ambos candidatos, sino su temperamento.
El terrorismo es la referencia preferida de Trump en cuanto a seguridad nacional y el grupo Estado Islámico es su objetivo. Ha prometido hacerlo desaparecer y rápidamente. Clinton lo acusa de infundir miedo y denigrar a los militares de Estados Unidos como si estuvieran desgastados. Ella se presenta como anti-Trump.
“La fuerza de Estados Unidos no viene de repartir golpes”, dijo Clinton al aceptar la nominación demócrata el jueves. “La fuerza se basa en la inteligencia, el juicio y una resolución serena, así como en la aplicación precisa y estratégica del poder”, agregó. Por implicación, ella ha presentado a Trump como alguien rimbombante, disperso, impulsivo y caprichoso.
Trump dice ser el más adecuado para defender la seguridad nacional del país, porque sería un negociador y alguien deliberadamente impredecible, lo que hará más difícil a los adversarios contrarrestar sus movimientos militares o diplomáticos.
Clinton ha dicho que ella tiene firmeza y experiencia profunda, luego de ocho años en el Senado y cuatro años como secretaria de Estado del presidente Barack Obama.
Cada uno se ha concentrado en lo que muchos consideran lo más preocupantes: el terrorismo y una Rusia asertiva. El próximo presidente, sin embargo, se enfrentará a una gama más amplia de problemas, entre ellos el poner fin a la guerra en Afganistán, enfrentar las ambiciones nucleares de Irán y Corea del Norte, hacer frente a una China en ascenso y poner fin a un ciclo de inestabilidad sangrienta en Irak y Siria. También existen desafíos en la guerra cibernética, las armas nucleares y la modernización de las fuerzas armadas de Estados Unidos.
Trump llama a su enfoque “America first” (“Estados Unidos primero”), es decir, no habrá alianzas ni coaliciones bajo un gobierno con él a la cabeza a menos que traigan un beneficio neto para el país.
Causó críticas de gran parte del aparato de seguridad nacional luego de que en una entrevista reciente sugirió que, si es elegido presidente, podría abstenerse de defender a ciertos países miembros de la OTAN contra ataques externos en caso de que no cumplan sus compromisos financieros. También ha sido acusado de ser demasiado blando con el presidente ruso Vladimir Putin, a quien Trump admira abiertamente.
Clinton ha dicho que ve las asociaciones internacionales como herramientas esenciales para usar la influencia estadounidense y disminuir las probabilidades de una guerra. El suyo es un enfoque muy arraigado en ambos partidos cuando se trata de apoyar instituciones como la OTAN, cuyo valor y futuro -ha dicho Trump- no debe darse por sentado.
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