A Trump y a su pandilla les gusta meterse con los débiles, pero se encontraron con California, un estado dispuesto a ponerlos en su lugar para defender a los inmigrantes.
Por: Omar Porcayo
Donald Trump ha atacado a países, organizaciones y comunidades, envalentonado por su profunda ignorancia, su falta de respeto por los hechos, el respaldo del dinero y el poder que le da ser el presidente de los Estados Unidos. Se cree todo poderoso. Sin embargo, ahora se topó con un rival a la altura: California.
Desde el primer día de su administración, el estado más rico del país se pronunció firme en su decisión de defender a todos sus ciudadanos —sin importar su estatus migratorio— de las políticas discriminatorias del presidente y su pandilla.
“California no da un paso atrás, ni ahora ni nunca”, dijo en enero el gobernador del estado, Jerry Brown, en un discurso emotivo y valiente.
“Muchos californianos han venido de México y de otros países y han hecho del estado un vibrante faro de esperanza… No tenemos una estatua de la libertad con su inscripción sobre recibir a las masas cansadas, pero tenemos una puerta dorada, el Golden Gate, un espíritu aventurero y un corazón abierto”, expresó en una clara declaración de resistencia, pocas horas después de que Trump firmó las órdenes ejecutivas para la construcción del muro en la frontera sur, el veto a ciudadanos de países musulmanes y el endurecimiento de las políticas para acabar con las ciudades santuario.
En vez de amilanarse por las amenazas de retirar a las ciudades santuario fondos federales, las autoridades californianas dieron un paso aún más atrevido: presentaron la iniciativa de convertirse en un estado santuario que resguarde dentro de la totalidad de su territorio a los inmigrantes.
Por supuesto que la reacción de Trump ha sido visceral. Como de costumbre subió el tono con amenazas directas y argumentos ficticios.
“California, de muchas formas, está fuera de control. Obviamente los electores están de acuerdo, si no, no habrían votado por mí”, dijo el domingo el presidente en entrevista con Fox.
“Creo que es ridículo, las ciudades santuarios. Estoy muy opuesto a las ciudades santuario, porque traen crimen, hay muchos problemas… si tenemos que hacerlo, les quitaremos los fondos. Damos tremendas cantidades de dinero a California”, agregó.
En solo dos frases el mandatario dijo una sarta de mentiras comprobables con un mínimo conocimiento de la vida nacional: Por principio de cuentas Hillary Clinton ganó el estado con un amplio margen (61.5 % vs. 31.5 %). Además, según cifras oficiales del FBI, las ciudades santuario son más seguras que el resto, y por último, el estado aporta más dinero a la federación del que recibe.
Sí, en 2015 el estado dorado generó 405 mil millones de dólares en impuestos. Aunque es la entidad que más recibió fondos federales, su balance sigue siendo negativo.
Esta bonanza y riqueza les da a los californianos una posición sólida para contrarrestar las infundadas amenazas de Trump. Un análisis de The Washington Post demostró que el presidente no tiene las facultades para retirar el dinero de un plumazo a California.
“La amenaza del presidente Trump de usar como un arma la financiación federal no solo es inconstitucional, también un emblema de la crueldad que busca imponer en nuestras comunidades más vulnerables”, contestó en un comunicado el líder del Senado en California, Kevin de León.
STATEMENT: California Senate Leader on President Trump’s Threat to California https://t.co/N238JWijVM pic.twitter.com/GT3waCkc1x
— CA Senate Leader (@CAproTem) February 6, 2017
“Somos un motor para el país en innovación y crecimiento de empleos y nuestro estado paga más en impuestos federales de lo que recibe. Nuestra economía es la sexta más grande del mundo y el 13 por ciento del Producto Interno Bruto (PBI) del país. Así que cualquier daño que el presidente quiera causar en California se propagará por el país”, agregó, al tiempo que reiteró el derecho soberano del estado para decidir sobre sus políticas de seguridad pública.
Hay que recordar que San Francisco fue la primera ciudad en demandar al gobierno federal por su orden ejecutiva en contra de las ciudades santuario.
Trump no solo se enfrenta a las autoridades locales, también abrió un frente en contra de las poderosas compañías de tecnología asentadas en el estado, que están dispuestas a dar la batalla legal en contra de sus políticas antiinmigrantes que afectarían directamente la captación de talento mundial.
Para completar la artillería californiana está el movimiento ciudadano que busca someter a votación la secesión de California de los Estados Unidos llamada “Calexit“. Aunque según analistas es poco probable que pudiera consumarse la separación, es una muestra de la distancia que han puesto sus ciudadanos de Washington.
Seguramente esta batalla civil se dirimirá en los tribunales, pero una cosa es segura. El bully Trump agredió a los inmigrantes indocumentados creyendo que eran los más desprotegidos, sin considerar que tienen un aliado poderoso que lo puede poner en su lugar.
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