Las creadoras de la marca saben que lo tradicional nunca pasa de moda.
Por: Grethel Delgado
Hablar de tapetes y tapices no es solo acercarse al mundo decorativo, pues entrar a una habitación adornada con el cálido toque de los textiles es sentirse abrazado por sus paredes y por la tradición de los tejedores.
Las mexicanas Rocío Cortés y Ana Paula Alatriste son las fundadoras de la marca Déjate Querer y eternas enamoradas de las urdimbres de fieltro y lana. Saben que los tejidos se hacen como la vida, trenzando experiencias, sentimientos y tiempo en un mismo plano.
En Ciudad de México, hace cinco años iniciaron este sueño, al cual le ponen cada día nuevas alas, colores y diseños.
Como nos contó Rocío Cortés en un intercambio por email, siempre le apasionaron los textiles, y junto a Ana Paula quería “hacer algo que tuviera ese enfoque”.
Ana Paula tiene un borrego que le hace recordar de dónde vienen sus sueños. Cuando se refiere al proceso de creación de los tapetes, lo describe como un acto de magia. Es diseñadora industrial y además se especializó en el área textil.
Rocío es antropóloga social y disfruta trabajar en lo que le gusta, por eso se levanta todas las mañanas con nuevas ideas y energía renovada.
“La forma en que hemos logrado unir nuestros conocimientos ha logrado que Déjate Querer no deje de crear”, dijo Rocío.
Déjate Querer
“Déjate Querer está relacionado a lo que nos hacen sentir los tapetes, la deliciosa textura que tienen. Sabemos que un tapete a primera vista no es un objeto utilitariamente necesario, pero son estéticamente hermosos y es imposible no enamorarte de ellos. Poco a poco también, vas entendiendo la importancia que tienen en los espacios, como los definen”, comentó Cortés.
“Cada tapete cuenta una historia”.
“Nos gusta pensar que todo forma parte de una conciencia mayor, el reconocer la belleza en los procesos manuales, en los conocimientos ancestrales como puede ser el tejido a gancho, la importancia de los textiles dentro de una sociedad, todo esto suma”.
“Déjate Querer para nosotras es nuestra vida, habla de lo que somos como personas y de lo que nos influye, al igual que para un artesano, su habilidad es su don y es su vida. Cada tapete cuenta una historia. Los tapetes hablan de nuestra cultura, de las bondades de la lana y el amor a los borregos como parte de nuestra familia, los colores, los patrones y la pasión a los tejidos”, concluyó.
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