Esta cooperativa de mujeres indígenas está demostrando que ellas están hechas de hilo resistente, capaz de soportar cualquier cosa y de tejer una red para salir adelante.
En algunas regiones de Oaxaca la tradición indica que las mujeres no necesitan estudiar, porque únicamente deben dedicarse a las labores del hogar y a cuidar a sus hijos. Sin embargo, un grupo zapotecas decidió pelear contra el machismo con sus propias manos, y fundó la cooperativa Vida Nueva.
Ahora, estas guerreras se presentan como un grupo indígena de Teotitlán del Valle, en Oaxaca, que busca que el trabajo de las mujeres sea considerado tan valioso e importante como el de los hombres.
Las emprendedoras se encargan de tejer y comercializar productos artesanales hechos con técnicas tradicionales que han ido aprendiendo de sus familiares, y que también enseñan a las nuevas generaciones, para rescatar su cultura.
“Las mujeres que empezamos este grupo éramos madres solteras y viudas. Pero nos criticaban, decían que éramos muy rebeldes y que no teníamos respeto, que la mujer solo debía estar en casa. Aun así, nuestra necesidad era tan grande que a pesar de las críticas continuamos reuniéndonos”, declaró Pastora Gutiérrez Reyes al diario El País.
La fundadora del grupo explicó también que además de las críticas, otro de sus obstáculos fue el dinero, pues a pesar de que ya tenían un telar para producir, les hacían falta recursos para comprar sus materias primas.
Sin embargo, un día escucharon en la radio que había un programa de apoyo a mujeres empresarias y decidieron ir a la capital del estado para informarse sobre él. Fue así como vendieron sus puercos, aretes y lo poco que tenían para reunir dinero, y sin haber pisado nunca la ciudad, fueron a conseguir el empujón que necesitaban para su empresa.
El grupo fue creciendo poco a poco y aunque al principio hacían tortillas, velas y bordados que vendían en los mercados locales, ahora cuentan ya con una red de distribución más amplia e incluso exportan sus tapetes, cojines y otras artesanías a Estados Unidos.
Por si eso fuera poco, la cooperativa Nueva Vida tiene reuniones mensuales en las que cada artesana da una cooperación pequeña, y al final del año reúnen todo el dinero que han juntado y lo utilizan para hacer algo a favor de toda su comunidad.
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