Sus esfuerzos lo llevaron al lugar que tanto había soñado.
Por: Grethel Delgado
Alfredo Quiñones-Hinojosa saltó muchos obstáculos para llegar a la cumbre. Uno de ellos fue cruzar el muro fronterizo, hace exactamente 30 años. Como otros inmigrantes, tenía un objetivo claro, y tuvo que trabajar muy duro para lograr sus sueños.
Pero el pasado de Quiñones no fue un camino de rosas. Cuando era niño sufrió la muerte de su hermanita, debido a una colitis. Quizás en ese tiempo surgió el interés por la medicina. A los 5 años trabajaba con su padre en una gasolinera y su familia atravesaba muchos problemas económicos.
Entró con una visa de turismo a los Estados Unidos para trabajar durante un verano de manera ilegal, con solo 14 años, y llevar dinero a su familia. En otra ocasión intentó cruzar la frontera y fue capturado y devuelto a México. Pero finalmente, en 1987, logró entrar a Estados Unidos. Llevaba 65 dólares en el bolsillo. Había aprovechado la cobertura que dio Ronald Reagan con la reforma migratoria que permitía obtener un estatus legal a los indocumentados, que en ese tiempo eran alrededor de 6 millones.
Con solo 19 años Alfredo Quiñones llegó a Estados Unidos, dejando atrás su natal Mexicali. Lo impulsaba el famoso sueño americano de tener mayor poder adquisitivo, y en general un futuro mejor. Así fue como empezó a trabajar de jornalero, pero se dio cuenta de que su futuro estaba más allá de eso.
Apenas hablaba inglés, pero ingresó a una escuela de la comunidad en San Joaquín. Después estudió en la Universidad de Berkeley, California, y posteriormente entró a la prestigiosa Universidad de Harvard, de la cual se graduó con honores en la carrera de Medicina.
Al borde de la muerte
Tanto en su trabajo de jornalero como en su desempeño en la medicina, estuvo a punto de morir varias veces. Cuando estudiaba en la escuela de su comunidad, un conductor lo acusó de haberse metido en su vía y le apuntó con una pistola en la cara.
Una vez cayó dentro de un tanque de combustible de un ferrocarril y casi muere sofocado. Cuando hacía sus prácticas como residente en el hospital de San Francisco, se pinchó con una aguja de un paciente VIH positivo. Estuvo un año sometido a chequeos de sangre y terrible angustia, hasta que comprobaron que la infección no se le había transmitido.
Cuando se encontraba haciendo surf, sufrió un calambre que le impidió nadar. Anna, su novia, fue su salvavidas y lo ayudó a regresar a la orilla. Posteriormente, Alfredo y Anna contrajeron matrimonio.
Los obstáculos continuaron, pues aunque tenía mucho talento, se preguntaba si un mexicano podría ser aceptado en esferas tan altas de la medicina como la neurocirugía. En el año 1997, cuando se preparaba para hacerse ciudadano, sus amigos le aconsejaron cambiar su nombre por Al Quinn para evitar problemas. Pero Alfredo sabía que para lograr algo en este país, debía estar orgulloso de sus raíces.
Quiñones recuerda que cuando estudiaba en Harvard le robaron casi todo en su apartamento, pero dos de sus mentores le dieron dinero para que comenzara a recuperarse.
Uno de ellos, el Dr. Potter, le dijo que un día el haría por otros lo que habían hecho por él. Y esta sentencia se cumplió al pie de la letra, pues el neurocirujano realiza al año unas 250 operaciones.
Ahora es conocido como “Dr. Q” y es uno de los médicos más notorios de Estados Unidos, gracias a su excelencia en el área de la neurocirugía, la investigación y la docencia. Es Jefe del Departamento de Neurocirugía de Mayo Clinic, y también director del Programa de Cirugía Pituitara en la misma clínica.
Ha plasmado los resultados de sus investigaciones en diversos libros, además de entregarnos el relato de su vida y su travesía hacia los Estados Unidos.
En busca de la cura del cáncer
Además, con su trabajo en Brain Stem Tumor Cell Laboratory, investiga incansablemente para encontrar una cura para el cáncer. Sus investigaciones sobre células cancerígenas y su migración al cerebro, son prioridad del gobierno de los Estados Unidos, que invierte en esos importantes estudios.
Según comentó en entrevista con El Financiero, Quiñones no quiere que los éxitos de los mexicanos se vean como sucesos extraordinarios, pues los mexicanos son exitosos por regla, y cuando luchan por algo, su esfuerzo se ve remunerado.
Quiñones expresó a Milenio su orgullo de ser mexicano y cómo sus raíces le ayudaron a ser más trabajador. “Yo me siento orgulloso de ser mexicano, me siento orgulloso de representar a mi país ahora alrededor del mundo como científico, cirujano, inventor y empresario”, dijo.
Agregó que su confianza y seguridad parten de saber que “lo que es hecho en México es bien hecho”.
El mensaje de apoyo del médico a sus paisanos, es que no dejen de luchar por ser cada día mejores. Pues siembre habrá deportaciones y gobiernos que limiten. Por eso hay que aprovechar las oportunidades que se brindan, estudiar, crear convenios que unan más a México y Estados Unidos.
Disney
En 2016 revelaron el proyecto que prepara Disney sobre la vida del médico mexicano. La película se llamará “Dr Q” y tiene a Brad Pitt en el equipo.
“Mi responsabilidad es decirles a todos, en especial a los jóvenes: si este jovencillo que se fue de México con poco talento lo logró, imagínense lo que ustedes pueden lograr”, concluyó.
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