Nopalitos, virgencitas y corazones bien mexicanos, ¡llévelos, llévelos!
La familia de Noelle Reyes es originaria de Guadalajara, y se fue expandiendo hacia el norte de México, hasta llegar a Chihuahua. Como muchos otros mexicanos, cruzaron la frontera y se mudaron primero a Texas, pero desde principios de los años 90 se establecieron en Los Ángeles.
Allí, surgió un proyecto que se convertiría, literalmente, en el eje de vida de Noelle y de su familia: una tienda/galería que reúne a las mejores artesanías, joyas, prendas de moda y artículos de decoración para el hogar, creados por manos chicanas.
“Es nuestro mundo entero”, le dijo a Barrio Noelle, dueña de la boutique y galería de arte Mi Vida, a través de un e-mail. Su negocio se estableció en 2008 y desde entonces, los Reyes se esfuerzan a diario por mantenerlo en pie en York Boulevard, en Highland Park, California.
“Nutrimos y crecemos nuestro espacio comunitario cada día. En nuestros corazones y en nuestras mentes, nuestra tienda nunca está cerrada. ¡Respiramos MI VIDA!”, aseguró Noelle.
Todos los artistas y artesanos que forman parte de la familia de Mi Vida, son chicanos, y todos los productos que ofrecen a través de su local y de su tienda online, están diseñados y fabricados “con amor por su cultura”.
“Cuando se trata de crear, para nosotros es importante ser fieles a nuestras raíces y a las experiencias vividas mientras crecíamos en las calles de Los Ángeles”.
En su perfil en Instagram, Mi Vida muestra que los nopales, las virgencitas, las calaveras y los bordados, son parte de su esencia.
“Queremos darle a la gente algo con lo que se puedan identificar y con lo que puedan conectar. Queremos que todos sepan que sentimos este profundo amor por nuestra cultura, aunque hayamos nacido en Estados Unidos. La belleza de nuestras raíces, siempre nos inspira”, asegura Reyes.
Cuando el proyecto inició, vendían artesanías chicanas y ropa vintage que le rindiera homenaje a su comunidad, pero la respuesta que tuvieron fue tan buena y los compradores mostraron tanto interés por su trabajo, que en un par de años decidieron pasar de solo ser tiendita, a también servir como espacio para exhibir las obras de los artistas chicanos que fueron conociendo a través de diversos festivales y eventos.
El camino no ha sido “miel sobre hojuelas” para Mi Vida, pero su resiliencia y convicción fueron determinantes para sobrevivir. Hubo un tiempo en el que tuvieron que apoyarse mucho en su familia y en los artesanos locales, porque la tienda no tenía clientes. Pero tras mudarse a un barrio en donde el arte era muy bien recibido y había mucho más tránsito de gente, ahora pueden decir con orgullo que Mi Vida recibe no solo a chicanos de los barrios vecinos a su galería, sino que a través de su sitio web los latinos de todo el país consumen sus productos.
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